lunes, 5 de septiembre de 2016

LA LEY DE CLARIDAD DE CANADÁ

Escrito por Doménec Benet


Tal como yo lo entiendo, lo más aprovechable de la experiencia del Canadá es la necesidad de disponer de planteamientos muy claros para evitar caer en las sucesivas trampas, juegos de palabras y parlamentarismo creativo que se inventan los separatistas. Y esto se concreta en la Sentencia del Tribunal Supremo de 1998 y la consecuente Ley de la Claridad.

Algunos de los mitos:

- Los referéndums no se hicieron de mutuo acuerdo entre el gobierno de Quebec y el gobierno federal. Por lo que sé, y queda bastante claro en el artículo de Vilaweb, los referéndums fueron convocados por el gobierno de la provincia aprovechando lagunas legales que no permitieron que pudieran ser impedidos por el gobierno federal. 

- La consulta al Tribunal Supremo y la posterior Ley de la Claridad, tienen como objetivo llenar este vacío e impedir nuevas iniciativas creativas de los separatistas. Éstos nunca han aceptado ésta ley.

- Por tanto, en Canadá, tampoco se han facilitado desde los gobiernos nacionales referéndums de autodeterminación. Cómo es normal en casi todo el mundo, a diferencia de lo que se predica cada día desde el separatismo. (El caso del Reino Unido no tiene nada que ver, en este caso sí hay un precedente histórico justificativo, la Union Act de 1707 por la que el Parlamento de Escocia se unía al Parlamento del Reino Unido de la Gran Bretaña).

- Los distintos intentos de contentar (como bien dice Dion) a los separatistas no sirvieron de nada y cuando pudieron, los separatistas volvieron a convocar otro referéndum.



- Los referéndums fueron pacíficos, claro. No tengo noticia de grandes disturbios o peleas, pero causaron una profunda división en la sociedad quebequesa. División que ha costado años superar, si es que la han superado.

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